
La feliz desdicha de una mujer casada
“¿Cuántos de aquí tienen pareja?”, preguntó Rosita al público. Una joven y tímida pareja levantó la mano; mientras los demás se enternecían, la vedette les echaba carrilla, dejando entrever —quizá— algo de envidia (¿de la buena?) y celebrando con orgullo su viudez, a la que considera el mejor estado civil. Algunas asistentes reconocieron compartir esa situación y, entre risas y anécdotas, todos intercambiamos experiencias sobre la vida con o sin pareja.
Rosita es una mujer que necesita divertirse y relajarse. Al terminar su jornada laboral en el ayuntamiento, se dispone a celebrar la vida con sus amigas, pero es discriminada por ser la única soltera del grupo. Decide entonces encontrar al amor de su vida y casarse con él.
La feliz desdicha de una mujer casada es una obra de cabaret escrita e interpretada por la actriz Claudia Bermúdez. Con vestuario sensual y carisma de sobra, la puesta en escena transcurre entre carcajadas y golpes de realidad que invitan a reflexionar sobre temas que, lamentablemente, siguen vigentes. El texto fue escrito en 2005 a partir de un caso real de violencia de pareja, y hoy cobra nueva relevancia ante la persistencia de casos similares.
La autora subrayó que la violencia es injustificable sin importar de quién provenga; sin embargo, la justicia y la sociedad siguen juzgando a las víctimas sin considerar las evidencias ni las razones psicológicas que pueden estar detrás, tanto para la víctima como para el agresor.
En un espacio a medio construir, bautizado como La Casa del Monólogo, y con un público que en ocasiones hizo de staff, Bermúdez demostró que para hacer teatro sólo se necesita presencia y entrega. Con su característico humor negro y de forma casi inadvertida, Rosita iba asignando roles y personajes a la audiencia, invitándonos a celebrar con ella su despedida de soltera y hasta dedicarle unas palabras en su boda.
Al finalizar la función, Bermúdez compartió que la obra ha sido presentada ante distintos públicos y las reacciones han sido siempre variadas pero nunca indiferentes. El mensaje es duro, pero necesario y no discrimina géneros, preferencias ni edades. Sin publicidad ni respaldo de instituciones y con un cartel de invitación recibido por WhatsApp, se hizo el teatro, se hizo el arte. Todos salimos maravillados.
Referencia: Monólogo, Cabaret, Teatro
Agosto 14, 2025